TANIA Y MARIO (No leas lo que no vas a querer conocer)


"No leas lo que no vas a querer conocer"
Por Álvaro Ramos




Cuando Tania tenía ganas de verlo, sabía a donde ir, sabia en dónde buscar y sabía que valdría la pena.

Se cuenta que hay personas capaces de ver más allá de lo que la mayoría puede ver, sentir lo que no está y escuchar a quienes ya no tienen voz. Algunas personas rechazan estas habilidades, ya sea por temor o por convicción, pero hay quienes aprenden a convivir con ello.

Tania tenía 7 años cuando vio por primera vez a una mujer joven cruzar el pasillo que conecta el baño con la sala y que pasa por las recamaras de ella y su hermano mayor, era una mujer de cabello largo y castaño, usaba una playera de Volkswagen blanca con vivos en azul marino y un pantalón celeste acampanado. Si bien no la conocía, no le parecía extraño que amigas de su mamá usaran en baño de la casa cuando iban a visitarla. La mayoría de ellas tomaban diuréticos para bajar de peso y tomaban clases de aerobics con su madre. Tania se levantó al baño y luego caminó a la sala. La sala estaba vacía.

¿Mamá? – preguntó en voz alta. Pero nadie respondió.
MAAAA!! – gritó esta vez con un poco de miedo en su voz.

Su hermano mayor salió de su recamara preguntando qué era lo que pasaba.

¿Y mi mamá? – Preguntó Tania.

Se fue temprano al mercado, me dijo que desayunaras cereal, no debe tardar ya es tarde – Respondió su hermano todavía con voz de sueño.

¿Quién era la señora que estaba aquí?

¿Cuál señora?

Si, acabo de ver pasar a una señora del baño a la sala –Dijo Tania mientras describía a la mujer que acababa de ver.

Ambos buscaron por las habitaciones de la casa sin encontrar a nadie, además la puerta de la entrada seguía cerrada con llave, tal como la dejó la mamá de ambos. Rodolfo no tomó mucha importancia a lo sucedido aquel día, pensaba que eran juegos de su hermana queriendo llamar la atención. Pero aun así había dejado un poco de curiosidad clavada en él.

Tanía no volvió a ver a esa mujer hasta que cumplió 9 años, aquel día sus padres le organizaron una fiesta con sus compañeros del colegio y por un tonto juego de niños a su madre se le había caído un recipiente con gelatina en la cocina, enojada por este hecho, la señora ordenó a Tania limpiar la cocina una vez acabara la fiesta. Tania no parecía feliz, entró a su recamara muy molesta y refunfuñando, amenazando con no salir de ahí en lo que restaba de la fiesta. Le tomó unos minutos salir ya más tranquila, al cabo lo enojos de los niños duran muy poco.

Tania se dirigió a la cocina para ver que tanto era lo que había que limpiar, como para hacerse una idea de lo que le esperaba y su sorpresa fue ver a aquella mujer limpiando el desorden, la reconocía fácilmente, era la misma mujer con la misma ropa y la misma cara. Tania dio un salto y comenzó a correr hacia el patio, una vez ahí le contó a su madre lo sucedido, ambas se apresuraron a llegar a la cocina y cuando lo hicieron se dieron cuenta de que efectivamente se encontraba todo limpio. Una vez más nadie le creyó a Tania, las circunstancias eran bastante increíbles y el hecho de que solo ella viera a aquella mujer lo hacía todavía más inverosímil.

Con el paso de los días Tania recuerda que la presencia de aquella mujer era más y más común, nunca le hablaba pero si la veía, la mujer notaba la presencia de Tania y viceversa. "Con el tiempo uno se acostumbra", decía Tania, y fue como en una ocasión decidí hablarle.

¿Quién eres y por qué solo yo te puedo ver? Le preguntó la niña a la misteriosa mujer.

La mujer solo la veía y después de unos segundos en silencio le lanzó una tímida sonrisa. Aquella joven mujer con la mirada serena y con unos ojos negros profundos no le daba miedo a Tania, por el contrario ella sentía que aquella mujer necesitaba a alguien. La mujer dijo a Tania que ella estaba detenida en esa casa, pues años atrás esa fue su casa, vivía ahí con su esposo y su hijo pequeño, pero que comenzó a enfermarse al grado de que le fue detectado un tumor maligno. La enfermedad era muy costosa y dolorosa tanto que llegó a afectar su matrimonio, el esposo termino abandonándola porque ya no soportaba más cuidarla y que el dinero no alcanzara nunca por culpa de las caras medicinas. La mujer enferma y con un hijo que alimentar se sumió en una profunda depresión que la postre la terminó por matar más a prisa, dice que la preocupación de saber cómo estaba su hijo y con quien iba a vivir la hizo quedarse atorada en este mundo y en esa casa.

La niña escuchaba atenta la historia y no dejaba de pensar en lo triste que seria que su papá los abandonara y que su mamá muriera de tristeza, por eso se comprometió con la mujer y le dijo que buscaría la manera de ayudarla a partir.

Desde aquella vez, Tania comenzó a tener más y más acercamientos con espíritus de gente que camina entre nosotros pero que no están precisamente con nosotros. Tania creció muy apegada a las cosas esotéricas, a cuestiones de brujería y a lecturas de metafísica, comenzó a experimentar con viajes astrales y temas más profundos.

Cuando ella tenía solamente 18 años experimentó un viaje astral  que la llevó a ver el nacimiento de su sobrino, pudo ver todos los detalles, reconocía a los doctores, el hospital e incluso podía recordar la plática que tenía su hermano con una de las enfermeras sobre el bebé. Cuando le platicó a su hermano todo, él no podía creer lo acertado de la historia de su hermana, todo coincidía, palabra por palabra y detalle a detalle ella recreó el momento como si lo estuviera viendo en ese momento. Fue ahí cuando su hermano por fin se dio cuenta de que aquellas muchas veces en las que Tania juraba ver algo o a alguien eran ciertas y él no sabía si tener miedo y estar aliviado de que su hermana no estuviera loca.

Las habilidades y la curiosidad de Tania crecía cada día al grado de alejarla de las relaciones personales reales, se enfrascaba tanto en ahondar en temas oscuros y de espíritus que nunca pudo establecer una conexión de amistad con gente de su edad y mucho menos una relación amorosa, en pocas palabras ella buscaba en otros planos aquello que no en centraba en el mundo real, hasta que un día lo encontró.

Tania dice que es muy difícil hacer conexión con seres de otro plano dimensional cuando se hace un viaje astral, por lo general solo puedes ir a un lugar en específico a ver y escuchar, pero no puedes hacer contacto, al menos así lo había aprendido ella. En  aquella ocasión ella dormía mientras que de manera inconsciente su alma hacia un viaje astral.

Aquel viaje la llevó a una casa en una ciudad que no conocía y parecía ser una ciudad no tan grande, lo dedujo por la cantidad de autobuses y autos particulares que podía ver.

En aquella casa vivían 2 mujeres mayores y el hijo de una de ellas, ella se tomó la libertad de recorrer la casa y así tratar de encontrar una razón para estar ahí, puesto que ella no había querido llegar a ese lugar, fue algo lo que la llevó a esa situación. Al entrar a una habitación un tanto vacía, Tania se percató de la presencia de un hombre de estatura media y delgado, la piel apiñonada por el sol y ojos claros, en su hablar notaba cierto acento, pero por su incapacidad para socializar con los demás, ella no podía descifrar de que parte del país era aquel hombre que se presentó como hijo de una de las mujeres mayores de aquella casa, este hombre le dijo que pudo verla y sentirla desde que llegó, que él también tenía ciertas habilidades parecidas y que le parecía fascinante conocer a alguien como ella. Tania le preguntó si él la había llamado de alguna manera a esa casa o como era posible que ella hiciera un viaje astral de esa manera. El hombre muy educado le dijo que él tenía varios meses buscando a alguien que compartiera el mismo don y que tal vez al buscar con tanta fuerza logró algún tipo de conexión extra sensorial y la encontró a ella. El hombre recorría las habitaciones de aquella casa con paso lento, Tanía le seguía de cerca mientras él le contaba que su madre y su tía morirían pronto y que él se quedaría con la casa puesto que era el único familiar vivo. El hombre se detuvo frente a las 2 ancianas que parecían dormir la siesta en sus sillones de la sala, las miraba con un poco de compasión pero de pronto y con un tono un poco más de enfado y reclamo le contó que él nunca pudo hacer una vida propia porque desde muy joven se tuvo que hacer cargo de su madre y su tía, ellas habían hererado algo de dinero pero eran muy tacañas y él tenia que trabajar para aportar lo que ellas llamaban “su parte de la comida” y que en uno de los tantos trabajos que tuvo conoció a quien lo introduciría al camino de la mente y los viajes astrales, le dijo que al igual que ella se había enfrascado en temas sobre naturales pero que ahora quería revertir eso y tener una vida plena. En aquella ocasión el sueño duró poco, pero lo suficiente para que Tanía tuviera ganas de volver a ver a aquel hombre.

La siguiente ocasión Tania realizó un viaje astral para encontrar al hombre pero no sabía dónde buscarlo, recordaba cómo se llamaba la calle y recordaba el color de los camiones de pasaje, así como una ferretería en la calle de enfrente. Tuvo una idea y con la ayuda del internet trato de encontrar la ciudad y la calle, tardó varios días dedicada solo a eso, hasta que por fin lo logró. Esa noche realizó un viaje y logró llegar a la casa, ahí estaba él, casi esperándola, lo notaba porque al verlo la mirada de él se iluminó y la sonrisa en su cara la podía ver desde la calle. En esa oportunidad la charla fue más larga y personal, habían logrado crear un vínculo tan fuerte que las 2 ocasiones siguientes fue muy fácil estar juntos, Tania no lo podía negar, sentía cierta atracción por el hombre, era un buen platicador y para su edad era bastante bien parecido. En la última visita que ella hizo a esa casa el hombre que se dijo llamar Mario le dijo que le gustaría verla en otro lado, tal vez en casa de ella, puesto que siempre se veían en casa de él, Tania accedió y acordó darle su dirección, aunque ambos se encontraban a más de 300 kms de distancia entre ciudad y ciudad, podían verse de manera astral y así lo hicieron.

Conforme pasaban los encuentros Tania sentía una atracción más grande por Mario, al grado de invitarlo de manera física a visitarla, cosa que Mario aceptó gustoso. Quedaron de verse un sábado y así pasar el fin de semana juntos, pero Mario nunca llegó.

Tania y Mario nunca habían intercambiado teléfonos, pues según ella no lo necesitaba, aquella era la primera vez en mucho tiempo que Tanía tenía una sensación de vacio en el pecho, no le pasaba seguido, a pesar de que constantemente tenía amores platónicos con actores de cine o con un ocasional compañero de trabajo, aquella vez fue diferente, la ausencia de Mario le provocaba tristeza y llanto, simplemente ella pensó que él podría no estar tan interesado en ella. La noche del domingo Tania leía en su recamara y de pronto sintió la presencia de alguien a su lado, era él, se disculpaba por no haber asistido pero le fue imposible puesto que su madre había muerto y tuvo que arreglar los papeles, además de tener que estar al lado de su tía para consolarla. Tania no podía molestarse con Mario, y  al contrario una parte de ella se alegraba no por la muerte de la anciana, si no por que Mario no faltó a la cita por falta de interés.

Después de esa rápida visión, Tania tomó la decisión de viajar a la ciudad de Mario para estar con él y apoyarlo en este terrible momento, además sabía que sería una sorpresa que tal vez le alegraría a él.

El lunes por la mañana Tania viajaba rumbo a ver a Mario, cuando recibió una llamada de su hermano. Un vecino de ella le había marcado para decirle que en el departamento de Tania había un fuerte olor a gas y que ella no respondía a la puerta, el hermano preocupado fue a buscarla y no la encontró, por eso le llamaba al celular. Ella le dijo que iba en camino a Córdoba a ver cosas de trabajo, que por favor arreglara lo del gas y ella le pagaría al regreso. Su hermano le dijo que no pasara muchos días fuera de la casa, que todo estaba bien con la tubería de gas, pero que las 4 hornillas de la estufa estaban abiertas, lo cual le parecía bastante raro. Tania apresuro a colgar la llamada sin hacer mucho caso a la preocupación de su hermano pues la señal era débil en carretera, ella solo quería llegar a Córdoba para ver a Mario y apoyarlo en este terrible momento.

Al llegar a Córdoba pidió un taxi para llegar a la dirección que buscaba, el taxista intentaba hacerle plática a Tania, pero entre su falta de ganas para socializar y su premura por llegar, Tania solo respondía con monosílabos.

Llegaron a la dirección que proporcionó la chica y descendió de la unidad, la calle parecía igual que como ella la veía en los viajes astrales, incluso la ferretería estaba en su lugar y el sonido de los camiones era como lo recordaba excepto una cosa. La casa que ella había visitado en visiones tantas veces no era la misma que tenía enfrente y tampoco lo era ninguna de las demás casas de la cuadra, no se había equivocado, ella había estado ahí muchas veces, pero la casa que tenía frente a ella estaba semi destruida, las paredes parecían tener moho y las ventanas no existían, en su lugar habían pedazos grandes de tablas, la reja de la entrada estaba completamente destruida y oxidada y las partes de jardín eran enormes matorrales. Tania se decidió a preguntar en la ferretería si en esa casa vivía alguien, que ella había venido hace poco y no se encontraba en ese estado tan deplorable, pero el dueño de la tienda le dijo que esa casa tenía más de 30 años abandonada, le contó que en años pasados vivieron ahí 2 mujeres que parecían ser pareja, salía poco de la casa y nunca tuvieron familia, una a una fueron muriendo y nadie reclamó la casa, en algún momento llegaron 2 familias de paracaidistas y se quisieron instalar pero sólo duraban un par de meses y se iban de ahí, con el tiempo la ciudad reclamó la propiedad del inmueble y desde hace años dicen que la van a convertir en un albergue para indocumentados. Los últimos que vivieron ahí eran 2 guatemaltecos que llegaron en el tren y pedían dinero en los cruceros, una mujer joven muy guapa y su papá un hombre adulto con buen porte, pero un día los vecinos reportaron un olor fétido, llegó la policía y encontró  muertos a ambos, al parecer la muchacha estaba enferma de los pulmones y la humedad de esa casa terminó por enfermarla más y se infiere que el papá no salió de esa casa después de la muerte de su hija y murió de hambre.

Tania le dijo al tendero que ella había estado en esa casa poco tiempo atrás, que aun vivían las mujeres y su hijo “Mario”, pero el hombre le dijo que era imposible, que él llevaba viviendo en esa colonia más de 40 años y tiene poco más de 30 que las dueñas originales habían muerto.

Tania regresó a su casa bastante consternada, pasó la noche viajando y cuando llegó a su casa, encontró nuevamente un fuerte olor a gas, las hornillas de la estufa estaban nuevamente abiertas, las cerró rápido y fue a cerrar el tanque de gas, los vecinos salieron a ver qué pasaba y el olor a gas los alertó, le dijeron que mientras estuvo fuera se escucharon ruidos en su casa y pero que no lograban ver a nadie, incluso su hermano había ido por segunda vez a checar y que intentó llamarla por teléfono pero que no respondía. Ese día Tania trató de recordar todo lo que había vivido los últimos meses, no le era fácil de digerir ni mucho menos de entender cómo es que ella había tenido esos sueños tan vívidos e incluso el lugar existía. Estaba cansada y desde la tarde un dolor de cabeza no la dejaba en paz por lo que se preparaba para dormir, fue al baño a lavarse los dientes cuando de pronto  escuchó unas risas en su recamara, corrió a ver quién era y vio a 2 mujeres mayores sentadas en la cama riéndose, ella no tenía miedo, acostumbraba a ver entes seguido y muchas veces esos entes la buscaban por ayuda. Tania les preguntó ¿qué era lo que querían? y las mujeres no respondieron, solo hablaban en voz baja la una con la otra, cuando Tania caminó hacia ellas para verles la cara, se dio cuenta que eran las mujeres de aquella casa en Córdoba, eran la madre y la tía de Mario, ella les preguntó dónde estaba él y porque la casa estaba tan abandonada. Las mujeres reían  burlonamente y de repente la puerta de la recamara de Tania se cerró con violencia y la mujeres dejaron de reírse.

-Mario está muerto, mi vida. Dijo una de ellas y se volvió a reír a carcajadas.

Tanía no daba crédito a lo que escuchaba y le dijo a la anciana:

"Eso es mentira, acabo de ver a Mario, vino a verme y me dijo que tu estabas muerta, no entiendo nada, tu (señalando a la otra mujer) deberías estar viva" – Decía Tania mientras repasaba en su cabeza una y otra vez la conversación que tuvo con Mario la noche antes.
Ya con bastante miedo, sensación que no experimentaba desde pequeña, Tania quiso echarlas de ahí, pero ellas le hicieron una revelación: "Mario no era hijo de ninguna de ellas, Mario era un guatemalteco que buscaba llegar a la frontera con su hija enferma y que habían llegado a aquella casa en busca de refugio temporal", que ellas nunca fueron las dueñas originales de la casa, ellas llegaron ahí después de enterarse que esa casa estaba embargada por el banco y ahí se establecieron.

Ellas eran mujeres dedicadas y devotas a satanás y que hicieron un pacto para que después de su muerte pudieran seguir caminando entre los vivos. Ahora ellas eran espíritus que se alimentaban de los vivos y de sus pertenencias para poder seguir en este plano existencial, y así fue como la buscaron, la vieron sola, la vieron crédula y necesitada y por eso la invitaron a conocer a Mario pero que ahora que ellas habían sido invitadas a su casa, no se iban a ir de ahí hasta que consumieran toda la vida de Tania y de la casa.

Tania salió de esa casa de inmediato, sabía que lo que había hecho era un error, había dejado entrar a 2 entes malignos por un portal que no puede cerrar, porque fueron esos 2 entes quienes lo abrieron, ella solo entró y les enseñó el camino. Tania recordó que dentro de su círculo cercano de conocidos hay una persona que se dedica a la brujería; una mujer madura originaria del norte del país y con una historia bastante confusa, algunas personas la conocen por un nombre y otras simplemente por su apodo, inmediatamente marco por teléfono a la mujer y le pidió verla en un lugar “seguro”, la mujer aceptó porque sabía que se trataba de algo serio y notaba en la voz de Tania un miedo y desesperación que naturalmente despertaba su curiosidad.

Esta persona escuchó el relato de la chica con atención y le recomendó vender la casa y mudarse de ahí, eventualmente “las mujeres” la buscarían pero al menos ganaría tiempo para descubrir como cerrar ese hueco que hace que esas mujeres la sigan a donde vaya.

Hoy Tania tiene 37 años y por culpa de esos temores y la preocupación constante, está enferma y pareciera una mujer mayor, no ha encontrado la manera de alejarse por completo de esos entes malignos que la persiguen pero al menos sabe que mientras ella no esté en un lugar fijo por más de 3 meses, las mujeres no pueden hacerle gran daño. Busca la solución y dice estar cerca de encontrarla.

EPILOGO

Conocí a Tania en un autobús, me vio leyendo un libro sobre el poder de la mente y sus primeras palabras fueron: No leas cosas que después no vas a querer conocer. Le invite un café en la estación de autobuses en lo que esperábamos su conexión. Tardo poco más de media en contarme lo que en resumen les relaté. No sé si ella esté bien, pero me dijo que seguramente lo estaría.

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