REINA (Una historia de Brujas)

REINA
Por Álvaro Ramos Moreno

Desde joven Reina siempre estuvo rodeada de pobreza, siempre tuvo que justificar el alcoholismo de su padre y la supuesta actitud sumisa de su madre. Hasta que un día despertó.

Casi desde que tiene memoria ha escuchado gritos e insultos en su casa. El primer recuerdo que tiene de su padre es el de una golpiza que le dio a su madre a mitad de la cocina. Ella era muy chica, pero lo recuerda todo.

Conforme crecía, el abuso se hacía más y más constante, su madre en cambio se volvía mas y más sumisa. A los 6 años, su vida cambió por un evento que la llevó a conocer el rencor: el nacimiento de su hermano menor.

Al nacer Octavio, el varón, el “heredero” (de las deudas de juego de su padre, tal vez), la vida de Reina dio un giro, pasó de ser intocable para su padre a convertirse en una servidumbre más al igual que su madre. Pasó a ser la criada de su hermano pequeño. Ella no sentía rencor hacia Octavio, sino hacia su padre, que la trataba de una manera inhumana, los golpes y los insultos la hacía acumular odio en su interior, odio que con el tiempo aprendió a canalizar, gracias en parte a que descubrió un secreto familiar, un secreto sobre su madre y su abuela. La brujería.

Una noche, cuando ella tenía solamente 12 años, escuchó murmullos en la recamara donde dormía con su hermanito y su madre. Escuchaba las voces, pero no podía entender lo que decían. Murmullos en rimas y casi cantados se escuchaban por todo el lugar. Abrió un ojo y pudo distinguir la luz de una veladora, en la pared, la figura de 2 mujeres que con la luz de la veladora parecían ser más altas de lo normal, abrió ambos ojos por completo y vio a su madre y a su abuela con las manos extendidas hacia la veladora, a los pies de cada una: un libro abierto casi a la mitad. Cuando pronunció la palabra “mamá”, la veladora se apagó y todo quedó en completa oscuridad. Solo sintió las manos frías de su madre acariciarle el cabello mientras le decía que regresara a dormir.

-       Ya tiene 12 años, ya es hora de que empiece a ser parte de esto. –Le dijo la abuela a la mamá.
-       Es muy pronto, debemos esperar a que Rosenda regrese. – Contestó la mamá de Reina.

Unos días después, el padre de Reina llegó a la casa cayéndose de borracho, pero lo suficientemente sobrio para a gritos reclamar su comida, golpeando con un cinturón a la madre de reina frente a la mirada horrorizada de sus hijos.

-       Casi te mata mamá, vámonos de aquí. –Le dijo Reina a su mamá esa noche – El tío Paco nos va a ayudar.
-       No me puedo ir todavía Reina, tenemos que esperar un poco más. –Fue la respuesta de su madre.

Reina comenzó a notar que la salud de su padre desmejoraba mucho, poco a poco los abusos se fueron haciendo menos constantes, cuando el hombre llegaba a casa, se pasaba el tiempo dormido y enfermo. Así pasó unos meses el padre de Reina, enfermo y sin poder trabajar. Cada día se paraba menos de la cama, todo el tiempo se quejaba de un dolor en el área del estómago, por las noches gritaba del dolor y no dormía nada.

Una noche mientras ella le hacía de cenar a su hermano, vio llegar a 5 mujeres más a su casa, su abuela las recibió y las acompañó al cuarto donde estaba su padre acostado. Al principio cerraron la puerta y no dejaron que nadie más entrara, pero al cabo de una hora, una mujer salió de la recamara y le pidió a Reina que las acompañara.

Una vez dentro de la habitación, Reina aun una niña, vio a su madre y a su abuela tomando de las manos a su padre, dos mujeres más tomaban sus pies, mientras que una más le sostenía la cabeza al hombre que trataba con todas sus fuerzas de decir algo, pero las palabras no salían de su boca, una mujer más estaba sentada en una silla a un costado de la cama y leía lo que parecían ser oraciones a un ser superior. La mujer que le pidió a reina que las acompañara, la tenía tomada del brazo y le dijo:

-       Reinita, lo que vas a hacer es muy sencillo, vas a tomar la taza de té que tiene tu papá en ese mueble y con este alfiler te vas a pinchar el dedo índice, vas a dejar caer 3 gotas de tu sangre y se la vas a dar de tomar a tu papá. Con eso sanará.

La jovencita no entendía lo que pasaba, una parte de ella no quería que su papá recuperara su salud, sabía que los golpes y los malos tratos regresarían. Pero su parte más humana, le decía que tenía que hacerlo por su papá, y lo hizo.

Su padre trataba con todo librarse de las mujeres que lo sostenían y movía la cabeza con desesperación para no beber lo que le estaban dando, pero estaba muy débil, no podía forcejear lo suficiente y terminó cediendo.

Después de beber el té, el hombre cayó en un profundo sueño.

Al siguiente día, Reina recuerda que se había levantado muy temprano para hacer el desayuno de su hermano como todos los días y para lavar un poco de ropa sucia. Estaba esperando a que la leche terminara de hervir cuando vio a su padre parado detrás de ella. Reina dio un salto de miedo, generalmente su padre solo la maltrataba y después de lo que ella hizo la noche anterior, sabía que lo menos que le esperaba era una golpiza.

El hombre vio a la niña con una mirada algo extraña, tocó su cabeza y dijo “buenos días”, caminó hacia la mesa y se sentó sin decir palabra alguna, detrás de él salió su madre, bien arreglada, y recién bañada. Reina no recuerda cuando había sido la última vez que vio a su madre tan bella y arreglada, pero le daba gusto, pensaba que las mujeres de la noche anterior no solo habían curado a su papá, sino que también habían arreglado la situación familiar.

-       Hija, tu padre y yo vamos a salir a hacer unos trámites, arregla a tu hermano y ponte un vestido, porque hoy vamos a celebrar. –Dijo la mamá de Reina.
-       ¿Despierto a mi abuelita? –Preguntó ella.
-       No, ella ya se fue muy temprano a comprar algunas cosas para la comida.

Ese día ella se despidió de su padre quien la abrazó –cosa que nunca hacía- y le dio la bendición. No lo volvió a ver.

Cuando su madre regreso más tarde junto con su abuela, les dijeron a los niños que su padre se había ido directo a la cantina, pero que no importaba, de igual forma ellos iban a celebrar. La abuela había comprado un pollo y verduras, tenía fruta fresca e incluso había comprado una botella de aguardiente para celebrar. Reina no sabía que celebraban, ella pensaba que celebraban que su papá había recuperado la salud. Todo lo contrario.

Esa tarde, un conocido de ellos llegó corriendo a su casa para decirles que Octavio –El papá- había sido apuñalado en la cantina por un hombre con el que jugaba dominó. La madre y la abuela de Reina agradecieron al hombre por informarles, la madre de reina salió en busca de su marido y la abuela comenzó a preparar las cosas para velar el cuerpo del hombre. “Pareciera que ya sabían lo que iba a suceder” decía Reina.

A los pocos días, el único hermano de su padre y su abuela paterna se presentaron en casa de Reina para reclamar la propiedad. Resulta que la casa y el terreno que la completaba era propiedad original de la abuela materna, pero por cuestiones administrativas, ella puso esa casa y terreno a nombre de su hijo Octavio –pues su otro hijo vivía en otro estado-, bajo un contrato de que, si algo llegara a pasar, la casa quedaría a nombre de su hermano.

Lo que nadie sabía era que, en sus últimos días, Octavio firmó un testamento donde heredaba sus bienes a su esposa, dejándola como única propietaria de la casa y completando el tramite justo el día en que asesinaron a Octavio.

La familia paterna de Reina se metió en un pleito con su madre y su abuela, al grado de que en 2 ocasiones intentaron sacarlas por la fuerza de esa casa, pero siempre algo ocurría y terminaban quedándose.

Una noche a eso de las 2 de la mañana, Reina despertó por lo gritos que se escuchaban desde afuera, eran 4 personas arrojando piedras y botellas con alcohol para luego arrojar papel encendido en fuego. Tenían la intención de quemar la casa con ellas adentro.

Su madre le dijo que tomara algunas cosas y saliera por el terreno trasero, la abuela ya las esperaba afuera. Esa noche en medio de la oscuridad y la yerba, dejaron su casa y se fueron con rumbo a Santa Clara –un pueblo hacia el sur- donde vivía una tía de Reina.

-       “Ahora es toda tuya, mi deuda está saldada” –Dijo la abuela de Reina mientras volteaba a dar el último vistazo a la casa que dejaban.
-       Sigue caminando mamá, tenemos que llegar a la carretera –Dijo la mamá de Reina mientras con una mano jalaba al hermano menor y con la otra intentaba apresurar a la abuela.

Reina recuerda haber volteado a ver la casa por última vez al igual que su abuela y alcanzó a ver la sombra de una mujer entrar por la puerta trasera de la casa. Una mujer pequeña pero robusta, con un morral en la espalda, preguntó quién era, pero nadie le respondió.

Pasaron unos meses y Reina y su familia ya estaban instalados en Santa Clara, pero la salud de su abuela desmejoró hasta que un día murió. La madre de Reina sin darle muchas explicaciones se fue de ahí con rumbo a Chiapas y se llevó al pequeño Octavio con ella, dejando a Reina bajo el cuidado de su tía Esther, prometiéndole que regresaría por ella una vez consiguiera donde vivir.

Pasaron los años y Reina no volvió a ver a su madre ni a su hermano. En cambio, pasaba mucho tiempo con su tía Esther, quien el día del cumpleaños 16 de Reina le confesó algo que ella sospechaba, pero que nunca tuvo el valor de admitir: Su abuela y su madre eran brujas. ¿Y Esther? También.

-       Reina, no sé si te has dado cuenta –comenzó Esther- pero alrededor de tu abuela y tu mamá, siempre han ocurrido cosas que muchas veces no tienen explicación. ¿Te has preguntado, como le hicieron para vivir tantos años y comer, sin que tu padre y tu madre tuvieran un trabajo fijo?
-       Mi mamá siempre dijo que era porque ella trabajaba para personas con dinero –Respondió Reina.
-       Sí, eso es cierto, pero el trabajo era la brujería. Y no te digo esto para asustarte, te digo esto para prepararte. –Dijo Esther con un tono serio.
-       ¿Prepararme para qué?
-       Para unirte a nosotras.

Reina esa noche se enteró que Esther no era familia de su mamá, era una conocida de ellas, una especie de entrenadora. Le dijo que ya estaba en edad de comenzar con su iniciación y que al igual que su abuela y su madre, tenía que unirse a ellas para continuar con la junta a la que pertenecían.

Reina al principio no entendía los alcances de la brujería, por lo que lo tomó como una experiencia intrigante. Con el tiempo aprendió mucho sobre el uso de plantas y de amuletos, hasta que más tarde descubrió su principal “don”; ella era capaz de dividir su alma en 2 y permanecer en un lugar y al mismo tiempo realizar viajes astrales a voluntad con la otra parte de su alma.

Al principio no le dijo a nadie, usaba ese don para poder espiar a Esther.

Esther cada cierto tiempo tenía una pareja nueva, generalmente hombres, pero en algunas ocasiones también llegó a intimar con mujeres. Enamoraba a sus parejas de tal manera que no necesitaba trabajar para vivir cómodamente.

Una noche Reina en uno de sus viajes astrales, escuchó a Esther decir: “Esta es la receta de Rocío –la abuela de Reina- si a ellas les consiguió una casa y un terreno, espero me consiga algo así”

Reina de inmediato recordó que cuando su padre cayó enfermo, su abuela y si madre, lo mantenían a base de un té color oscuro y que ese té fue lo que le había devuelto la salud a su padre poco antes de morir.

Reina vio la receta completa y se dio cuenta que las yerbas que usaron, era una combinación llamada “resurrección de un día” y era usada por brujas y chamanes para levantar a los enfermos, engañar a los familiares de que han sido curados y cobrar el dinero, al final el efecto de las yerbas pasaría traería consigo una fuerte recaída que terminaba con la muerte.

Reina se decía a sí misma que su padre no había muerto por una recaída, sino por las puñaladas que le dio un hombre con el que había discutido. Pero después de lo que poco que conocía de su propia familia, decidió encarar a Esther y averiguar.

Al día siguiente Reina quien ya era una mujer capaz de defenderse y capaz de valerse por sí misma, increpó a “su tía” sobre la muerte de su padre.

-       Tía Esther, necesito saber si mi padre murió por razones de una pelea o por consecuencia del envenenamiento que le suministraron mi abuela y mi mamá. – Preguntó Reina enojada.
-       ¿De qué hablas? Tu padre según entiendo, murió desangrado por pelearse en una cantina.
-       Mi padre tuvo una repentina mejora, justo el día que se terminó el trámite de la herencia, esa misma tarde murió. – Insistió ella.
-       Pues seguro fue una casualidad.
-       Mi padre jamás hubiera puesto nada a nombre de mi madre, él siempre dijo que dejaría todo a nombre de Octavio, por ser el varón.
-       Pues seguro tu abuela y tu mamá lo hicieron cambiar de parecer –Dijo Esther para luego echarse a reír de manera cínica.

Aquel día Reina se enteró de todo. Supo que su abuela y su madre pertenecían a un grupo de brujas que “se ayudan entre ellas” –según Esther- y que van por ahí haciéndose de lugares donde vivir, de herencias que adquirir y de riquezas que gastar. Habían elegido a su padre por la razón de que había tenido la fortuna de que le pusieran una casa y un terreno a su nombre. La madre de Reina nunca lo quiso, pero aun así lo enamoró para casarse. Con el tiempo los trabajos dejaron de funcionar porque ella se embarazó de Reina y fue cuando el hombre comenzó a tratarlas mal. Las mujeres aguantaron años bajo ese mal trato con una sola intención, enfermar al hombre poco a poco para no levantar sospechas y quitarle todo. Pero no para ellas. La propiedad seguía a nombre de la madre de Reina, pero quien la habitaba ahora era una mujer de nombre Eulogia, una supuesta bruja a la que le debía un favor.

Para Reina enterarse de eso fue terrible, no podía imaginar la maldad con la que actuaron su madre y su abuela y le preocupaba mucho el bienestar de su hermano Octavio, pues ahora que ella había comenzado su iniciación, sabía que uno de los mandamientos de esa junta de brujas era: “El hombre por debajo de nosotras”.

Reina planeó por mucho tiempo un escape, no quería ser mas parte de eso. A pesar de que su padre se había comportado mal con ella los últimos años, era su padre y hubo momentos en los que ella si sentía amor de su parte. Por eso no quería ser una bruja y mucho menos tener que realizar los actos ruines que cometían.

La actitud de Reina cambió con Esther y con otras conocidas, por lo que, constantemente estaba vigilada y acompañada, pareciera que sabían sus intenciones.

Una tarde ella venía con la tía Esther de visitar a una mujer que le entregó más yerbas para hacer sus preparados, habían caminado un largo tiempo hasta que un camionero se detuvo para que abordaran. Esther dijo que caminarían, pero el joven insistió en que pronto iba a oscurecer y que era mejor que abordaran el autobús, “Yo invito” dijo el chofer. Esa noche al llegar a Santa Clara, Reina y su tía descendían del autobús cuando el joven chofer tomó la mano de Reina y le dijo: “Mucho gusto, me llamo Sabino”.

Conocer a aquel hombre, le había dado una gran idea a Reina. Esther se había dado cuenta de aquel coqueteo y así ella podría usar a Sabino como su salvación.

Su idea era acercarse a él y aprovechar de que sabía que el joven estaba interesado en ella, para decirle a Esther que ese tipo sería su primer esposo y que pronto tendría algo que ofrecerle a la junta. Aunque la intención real era usar a Sabino para salir de casa de Esther y no regresar. Ella tenía la intención de viajar a Chiapas a buscar a su hermano y alejarlo de las brujas.

Reina comenzó a frecuentar tiendas cercanas a la base de camiones del pueblo, con la intención de encontrarse con Sabino, y lo consiguió.

Una tarde mientras ella hacía tiempo frente a la parada de autobuses, escuchó una voz conocida.

-       ¿Eres tú? Pensé que ya no te iba a volver a ver. –Dijo el joven mientras te tocaba el hombro a Reina.
-       Hola, si soy yo. –Respondió ella de manera tímida.
-       Aquella vez no supe tu nombre.
-       Me llamo Reina.
-       Reina, como mi carta de la suerte –Dijo Sabino mientras sacaba de la bolsa del pantalón un llavero con una pequeña carta de baraja inglesa y la carta era la reina de corazones.

Reina contó a Esther su plan, la joven fue tan convincente que su tía le creyó. Sabino pasaba a buscarla por las mañanas para saludar e invitarla a pasear y en ocasiones la llevaba con él durante el viaje que hacía en el camión de pasaje. Esther segura de que Reina estaba haciendo las cosas bien, dejó de seguirla y de espiarla.

Habían pasado pocas semanas y la relación de Reina con Sabino se volvía más sería. Él la había llevado a conocer a su familia, que, aunque no eran gente de dinero, vivían felices y en un ambiente bastante más armonioso de lo que ella estaba acostumbrada. Poco a poco ella empezó a ver a Sabino con otros ojos, comenzó a enamorarse de él de manera genuina y eso hizo que su plan de un día escapar y no volver más, se detuviera.

Cuando Esther y otras brujas se enteraron que Reina había dejado de lado su interrumpida iniciación, para casarse por amor con Sabino y que además de eso, había decidido seguir las enseñanzas religiosas de su familia política, decidieron hacerle una visita. Una visita en la que dejaron muy en claro que si ella no completaba su iniciación y les entregaba algo de valor; se desquitarían con Sabino. A ella le perdonarían su falta, pues algunas de ellas tenían una deuda con su abuela y con su madre. Pero que no abusara de su legado.

Una noche Reina le propuso a Sabino irse de ahí, en busca de un mejor futuro. Sabino no entendía las razones de Reina, pues a pesar de que no eran ricos, no les faltaba nada. Sabino solo la abrazó, le dio un beso en la frente y le dijo: “Ante el miedo y la flaqueza, siempre recuerda a la magnífica”.

Reina se sentía continuamente observada por alguien, todo el tiempo escuchaba un gato cerca de su casa, el gato alteraba a los perros y siempre trataba de entrar, pero los perros lo impedían.

Según recuerda Reina, una tarde fue a casa de Esther a buscar algunas cosas que había dejado y mientras removía unas cosas de la recamara, encontró bajo la cama, la piel de un gato, justo del mismo color que el gato que se acercaba a su casa por las noches. De inmediato pensó en Esther; no había más, Esther podía transformarse en Nahual.

Pasaron las noches y ella prestó más atención a aquel gato, sin que el animal se diera cuenta, ella estudiaba cada uno de sus movimientos. Desde la hora en que llegaba a su terreno, hasta el sonido de sus patas sobre la lámina.

Un día uno de los perros de Sabino, amaneció muerto por envenenamiento, y también encontraron una bolsa de terciopelo rojo en la entrada de la casa, dentro de la bolsa había 2 dientes, tierra y una tuerca; cerrada con un nudo de listón negro. Reina sabía lo que significaba, estaban amenazando con hacerle algo a su esposo.

Reina regresó a casa de Esther sabiendo que no estaría, buscó la piel del gato que escondía y la metió en una cubeta de agua con sal, después la secó bien para que no pareciera que había sido mojada y la impregno con un preparado de yerbas y raíces.

El gato llegó como todas las noches y el perro que quedaba se puso loco, más agresivo que de costumbre. Reina ya le había metido miedo a Sabino sobre el gato y con el escándalo del perro, Sabino y su mujer salieron a darle muerte al animal.

El gato estaba sentado en el mismo lugar donde siempre lo hacía, pero en otras ocasiones cuando veía a alguien de inmediato daba un salto y se alejaba, esta vez no pudo, el gato intentó ponerse sobre sus cuatro patas, pero falló, Sabino atinó a darle un golpe y cayó al suelo, donde Reina ya lo esperaba con el perro desamarrado. Esa noche fue la última que vieron al gato y también fue la última vez que alguien vio gente en la casa de Esther. Nunca la volvieron a ver.

Al tiempo, Reina recibió la visita de una mujer mayor y muy delgada de nombre Dolores, conocida de su abuela y su madre. Ella decía venir de Michoacán y necesitaba un lugar para dormir. La mujer le dijo que iba rumbo a Chiapas a pedir un favor al “Coro de Siete” y que, por indicaciones de Rosenda, la tenía que acompañar.

Reina había escuchado hablar sobre el “Coro de Siete” cuando era niña, su abuela viajaba cada 3 años a Chiapas a visitar a sus hermanas y cuando regresaba siempre le daba instrucciones a su madre sobre cuestiones personales y la única vez que preguntó que era el “Coro de Siete”, su abuela le respondió que era un retiro espiritual.

Aquel día Reina se enteró que el “Coro de Siete” era una especie de reunión de Brujas, donde las brujas que hubieran tenido su iniciación y que aportaran su parte constantemente, podrían ir a pedirle a las 6 brujas mayores algún favor o alguna ayuda especial. Si lo que se pedía era una muerte o una venganza relacionada con otra bruja o entidad relacionada con la brujería, requeriría la aprobación de un hombre conocido como Kasmio, quien completaba el coro de siete y era para ellas, la representación del demonio sobre la tierra.

Dolores, le dijo a Reina que, en ese Coro de Siete, le iban a asignar una tarea, algunas se dedicaban a cazar maridos para obtener posesiones -como su madre-, otras se encargaban de conseguir niños para ofrecerlos –como su abuela-, otras se encargaban de chupar la vida a los hombres y otras simplemente estaban ahí para propagar “su culto”. Los planes que Kasmio tenía para ella eran simples, tener hijos y entregarlos a él, una y otra vez hasta que su matriz dejara de funcionar y entonces se decidiría que hacer con ella.

Esa noche, Sabino no llegó a dormir a su casa, le dijo a Reina que tenía que cubrir un turno porque un compañero se había enfermado y él necesitaba el dinero. Reina no tuvo que ocultar a Dolores, pero la mujer se veía muy desmejorada, el largo viaje la había agotado de más. La mujer comenzó a tener problemas para respirar –al parecer padecía un cáncer de hacía un tiempo- y cayó al suelo muriendo en el lugar.

Reina hizo lo único que se le ocurrió, llevar el cuerpo de la mujer a un costado de la carretera y dejarlo entre unos matorrales. La mujer tenía un aspecto muy demacrado, las autoridades pensarían que era alguna mujer que vivía en la calle y que lamentablemente había fallecido.

Dos días después, con el morral de Dolores bajo el brazo, reina llegaba al lugar que le había dicho Dolores y se presentó como sobrina de Esther y amiga de Dolores. Ahí presenció todo el protocolo de las brujas en esa reunión y fue parte de un aquelarre. Entendió que el culto al que pertenecía iba más allá de simples amarres y pócimas con yerbas, las mujeres que se reunían ahí, buscaban un poder maligno y generalmente lo encontraban.

Ella pidió hablar con Kasmio, mostrando la ofrenda que cargaba en el morral. Las puertas de una recamara se abrieron y ahí estaba él.

-       Me dicen que tienes una ofrenda. –Dijo el hombre.
-       Vengo a pedir un favor y tengo la ofrenda para pagar el favor. –Respondió ella.
-       Me dicen que eres sobrina de Esther, hace tiempo que no sé nada de ella.
-       Yo tampoco lo he visto, una noche salió y no regresó más.

El hombre le hacía preguntas como para asegurarse de que no le tendían una trampa hasta que por fin preguntó:

-       Y que es lo que deseas de mí.
-       Desde niña he sufrido a causa de la brujería. Mi abuela y mi mamá también lo son. Pero yo he perdido a mucha gente incluyendo a Esther, lo único que pido es que me oculte de mi madre y de las demás brujas. Quiero servirte, pero no quiero pertenecer a ninguna junta, déjame estar sola y para eso te ofrezco a mi hijo, en señal de confirmación.

El hombre observaba detenidamente a Reina mientras ella desenvolvía el pequeño cuerpo que estaba enrollado en una tela.

Kasmio le dijo que no existe nada más profano que la muerte de un niño, pero además cuando se trata de la vida de tu propio hijo, porque eso era la verdadera forma de demostrarle a Dios que su creación puede acabar con su obra; y aceptó.

Reina regresó al día siguiente a su casa, enferma por lo que había hecho, asqueada por lo que había vivido y temerosa de que las demás brujas supieran la verdad y atentaran contra ella. Pero al menos sabía que mientras Kasmio estuviera al frente del culto, nadie la podría reconocer como bruja.

Esa noche Reina y Sabino hicieron el amor, procreando a su primer hijo. Su verdadero hijo.

Comentarios

  1. Acabo de escuchar las zopilotas en verdad hace falta la continuación no puedo esperar la publicación. De esta muy buena la historia

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  2. Estaba pasando por un infierno en mi matrimonio cuando me encontré con un testimonio de una señora llamada Daiva, ella describió cómo pudo salvar su relación con la ayuda de un lanzador de hechizos llamado Dr. Ajayi porque su hombre la dejó por otra mujer sin ellos. teniendo algún malentendido significativo, pero el lanzador de hechizos, el Dr. Ajayi, que es bendecido por sus antepasados, ayudó con el poder del lanzamiento de hechizos y su hombre regresó diciendo que no sabía lo que le sucedió, estaba teniendo un caso casi similar porque mi esposo quiere Me divorcio, pero no quiero un hogar roto porque hemos estado juntos durante 15 años después de leer el testimonio de Daiva. Me puse en contacto con el hechicero Dr. Ajayi y le expliqué mi situación, me dijo algunas cosas que había que hacer y Seguí sus instrucciones después de una semana del hechizo, mi esposo me dijo que lamentaba todos los dolores que me había puesto a mí y a los niños prometiéndome que estaría a nuestro lado y desde entonces hemos estado viviendo en Peac mi. Si tiene un problema similar como el mío o algún problema en la vida, ya sea en el trabajo, la escuela o problemas relacionados con la salud, comuníquese con el Dr. Ajayi, el lanzador de hechizos tiene un 101% de garantía. Correo electrónico: drajayi1990@gmail.com Viber o Whatsapp: +2347084887094

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