LOS LOCOS DE SAN LEOPOLDO
En los pueblos de México
existen infinidad de historias y leyendas, algunas producto del imaginario
colectivo de la población, otras que si sucedieron pero tal vez no de la manera
en que se cuentan actualmente y existen algunos casos donde la realidad supera
a la ficción.
San Leopoldo
es una población de unos 500 habitantes, pertenece al municipio de San Andrés
Tuxtla en Veracruz. Es una comunidad rural, con pocos servicios y que viven
mayoritariamente de la siembra de algunos productos y de las remesas que mandan
los familiares que pudieron llegar a los Estados Unidos. A principios de la
década de los 90, San Leopoldo se volvió medianamente famoso a nivel nacional
por la publicación en diversos medios impresos de y por la cobertura que le
dieron algunos medios de radio y televisión a un evento que se volvió noticia.
Para muchas
personas que somos cercanos a la región de Los Tuxtlas, esta historia es
conocida. Con el paso del tiempo las versiones han ido cambiando dependiendo de
quién te la cuente, pero todos coinciden en algo: lo que ahí sucedió fue obra
de un demonio.
Santiago, un
antiguo compañero de trabajo es originario de San Leopoldo. Éramos compañeros
de oficina y por lo tanto platicábamos mucho, una tarde hablábamos sobre los
trabajos más pesados que habíamos tenido y de lo que nos había tocado vivir,
fue cuando Santiago me contó la que es hasta hoy la versión más real que he
escuchado sobre los Locos de San Leopoldo.
Santiago
tenía 11 años cuando todo sucedió. Recuerda que él estaba en la primaria y que
en esos días la paranoia de los padres era tal que lo encerraban en su casa con
las ventanas cerradas y con muchas veladoras prendidas a los santos que tenía
su abuela. Por las noches trataba de quedarse despierto para escuchar a
escondidas las conversaciones que mantenían sus papás y sus abuelos. Él
recuerda que cuando era niño no entendía porque el miedo de los adultos y
tampoco sabía que era lo que pasaba con su vecino Tomás. Solo le decían que
estaba enfermo y que por eso no podía salir, le habían dicho que la enfermedad
era contagiosa y que si el tenia contacto con Tomas, podría enfermar y morir.
En la escuela
el tema del momento entre maestros y alumnos era la salud de los supuestos
enfermos. Había una especie de trato entre los padres de familia y los maestros
de la primaria de no revelar detalles sobre lo que sucedía con 7 jóvenes de la
secundaria, los cuales mostraban un comportamiento bastante raro, violento y
ausente.
Una tarde
mientras Santiago comía con su abuela, un grito bastante fuerte y desgarrador
hizo que su abuela corriera a abrazarlo, era Tomás, corría como desesperado por
el lugar mientras gritaba de tal manera que parecía que en cualquier
momento la garganta comenzaría a sangrar, el padre de Tomás corría tras él y
con una cuerda trataba de amarrarlo, pero la fuerza del joven era tal que
cualquier intento de capturarlo era en vano, el chico comenzó a lastimarse de
manera violenta frente a todos. Con sus propias uñas se arañaba los brazos y la
cara, en ese momento encerraron a Santiago en su cuarto y su madre comenzó a
rezar mientras lo abrazaba. Pero el miedo ya estaba ahí, Santiago ya entendía
porque no lo dejaban salir, no lo dejaban abrir la ventana de madera del cuarto
donde dormía y porque no lo dejaban visitar a Tomás, quien semanas antes le
enseñaba a Santiago y a otros niños de su edad a tocar la Jarana. La imagen de
ver a su vecino de toda la vida en ese estado francamente aterrador, hizo a
Santiago preguntar a su madre y a su abuela que era lo que tenía, ¿por qué se hacía
daño de esa manera?, el padre de Santiago llegó apresurado, le habían avisado y
corrió de inmediato a ver a su hijo, quien lloraba de miedo y de desconcierto.
Esa tarde le
contaron a Santiago todo, para que ya estuviera preparado y no tratara de ir a curiosear con
los demás. Y lo que Santiago cuenta es esto:
Desde días
antes, varios muchachos de la secundaria habían estado "enfermos", se
comportaban como uno locos; igual que Tomás. Ya había venido un doctor de San
Andrés a verlos y dice que no tienen nada, que seguramente han estado
consumiendo algún tipo de droga o están experimentando con hongos alucinógenos,
pero no es así. Uno de los muchachos -el mayor de ellos- es hijo de una mujer
que le gusta la brujería y tiene al marido trabajado con sus hiervas, antes de
que todo comenzara, todos veían a ese muchacho sentado bajo el árbol de
tamarindo que está de camino al cerro donde años atrás cuando los
pobladores comenzaban a ocupar las tierras que les fueron donadas, se había
encontrado figuras de barro y artículos ceremoniales. Ahí estaba todas las
tardes leyendo libros, hasta que después lo vieron en el cerro quemando cosas
mientras sostenía sus libros en la mano, la gente lo veía raro, decían que
estaba loco, pero una noche su mamá llegó muy asustada a pedir ayuda a sus
vecinos, el muchacho se había vuelto loco, gritaba y rompía cosas, se hacía
daño con cristales rotos, el papá trataba de detenerlo pero no podía, cuando
llegaron los vecinos el muchacho se había escapado golpeando a su papá y corrió
con rumbo al cerro, iba descalzo y se hacía daño con los alambrados pero no le
importaba el seguía corriendo, al llegar al cerro comenzó a decir palabras al
azar y temblaba, los que iban tras él, trataban de calmarlo y él solo repetía
que abajo de él había cientos de víboras, que tenía miedo de salir de ahí
porque las víboras lo iban a atrapar. Amanecieron con él ahí hasta que poco a
poco se quedó dormido, lo bajaron cargando a su casa y ahí lo dejaron. La mamá
juraba que alguien le había hecho algún mal para vengarse de ella y que a base
de limpias lo iba a sanar, pero el muchacho se ponía cada día peor. En la
escuela optaron por no recibirlo hasta que supieran que le pasaba y recibiera
tratamiento, pero su mamá era muy necia y no quería llevarlo a un doctor, el
muchacho pasaba el día encerrado y si pasabas cerca de su casa a cierta hora de
la tarde se escuchaban gritos horribles y cosas que se caían. Eran esos eventos
que sufría el muchacho".
Una tarde lo
dejaron solo y le dio unos de sus ataques, al joven se escapó y corrió a casa
de los vecinos y desde afuera comenzó a golpear y a gritar, esa tarde el
muchachito de esa casa comenzó a comportarse de la misma manera, corrieron
hacia el cerro, mientras se lastimaban, tenían los pies llenos de piedras y sangre
por correr descalzos sobre el terreno lleno de rocas y ramas secas, además de
que tenían cortaduras en el cuerpo hechas por las ramas y los alambrados y los
2 repetían palabras sin sentido y hablaban de una víbora que los quería
atrapar, tenían momentos de lucidez donde les decían a sus familiares que una
voz los hacia lastimarse, que ellos perdían la voluntad sobre sí mismos y que
ya no querían seguir así, pero lo momentos de lucidez eran cada vez menos,
pasaban más tiempo en estado crítico que en sus 5 sentidos, con el paso de los
días fueron más muchachos los que cayeron en la misma situación, todos
presentaban los mismos rasgos, perdida de la cordura, autoflagelación, eventos
de furia, mirada perdida, aumento explosivo de adrenalina. La situación se salía
de control, los padres de los jóvenes afectados no sabían que hacer, pidieron a
las autoridades estatales la intervención de doctores especializados y
sometieron a los jóvenes a exámenes para determinar si consumían algún tipo de
droga o si existía algún tipo de virus en el agua o en los alimentos que consumían,
pero nada, todo salía negativo, ni los jóvenes consumían drogas, ni el agua
estaba infectada ni los animales. La siguiente etapa fue mandar psicólogos
desde la ciudad de México a analizar a los jóvenes y a sus familias. Fue en ese
momento en que la noticia dejó de ser local y algunos medios nacionales le
dedicaron algunos minutos al fenómeno que se conocía como "Los Locos de
San Leopoldo".
Los
encargados del análisis de los jóvenes enviados por la secretaria de salud, al
no poder dar un diagnostico que fuera 100% acertado, se inclinaron sobre la
versión de que lo que ahí pasaba era un caso de histeria colectiva, provocada
por la falta de lugares para practicar deportes y artes, demás combinado por la
mala alimentación y la gran cantidad de alcohol que se consumía en la zona. Así
cerraron el caso y tanto los representantes del gobierno y los medios se
fueron. Se fueron, pero las cosas seguían mal. No hubo una mejoría ni tampoco
una solución, solo les dejaron recetas para comprar pastillas para dormir,
pastillas que no durarían mas de 1 mes.
Los días
pasaban y ya el secreto era insostenible, tanto adultos como jóvenes y niños conocían
los detalles y temían por ellos mismos, la gente culpaba a la mamá del joven
que comenzó con la histeria, decían que ella había provocado que su hijo
comenzara a desarrollar el gusto por la magia negra y lo oculto y que no pudo
controlar lo que invocaba. La mujer se defendía diciendo que ella no trabajaba
magia negra, que en su casa no había un solo libro de magia negra o de
ocultismo, que, si su hijo los había leído, era porque alguien más se los había
proporcionado.
El párroco de
la iglesia de San Leopoldo había permanecido al margen del tema a pesar de que
todo el pueblo le pedía que interviniera. Él también creía en un principio que
se trataba de drogas o de algún problema psicosomático, por lo que creía que
los expertos en la salud tendrían la razón, pero la presión era muy fuerte, si
seguía sin atender a la petición de los pobladores, corría el riesgo de que la
gente tomara represalias contra él y la iglesia por lo que una noche aceptó ver
a uno de los muchachos y a su familia para valorarlos. Esa noche el joven permanecía
amarrado a uno de los pilares de la casa, gritaba maldiciones y groserías a su
madre por tenerlo amarrado. El padre lo observó con detenimiento y comenzó a
hacerle una oración, en ese momento un ataque se furia se apoderó del muchacho
y comenzó a retorcerse con la finalidad de zafarse de sus ataduras, pero los
testigos lo impedían. El evento de furia duro poco más de 3 minutos y cuando
por fin se pudo calmar, pudieron hablar con él. El sacerdote le hacía preguntas
rutinarias para saber si estaba en sus 5 sentidos, después pasó a preguntarle
porque hacia lo que hacía, que quería demostrar y la presupuesta fue: porque él
me usa como marioneta, lo que quiere es que nos matemos, por eso nos hace
lastimarnos y lastimar a los demás, quiere que nos maten. Fue un interrogatorio
de más de 7 minutos en la que se pudieron enterar que las lecturas ocultas que
estudiaba el primer joven afectado, le fueron entregadas por un hombre que
estaba sentado en aquel mismo árbol donde el joven se sentaba a leer, el hombre
le ofreció una vida lejos de San Leopoldo llena de dinero siempre y cuando el
joven hiciera lo que él le pedía y el muchacho aceptó, por eso subía todas las
tardes a leer y a invocar demonios, hasta que "ÉL" se apoderó de su
alma y a partir de ahí comenzaron los demás a caer poco a poco.
El padre un
poco consternado y un poco incrédulo decidió que era justo llevar el caso de
San Leopoldo ante sus superiores, por lo que fue a visitar al obispo de la
diócesis de San Andrés Tuxtla para comentarle lo ocurrido aquella noche en casa
de esa familia. Lo relatad parecía, al menos por las características, un caso
de posesión demoniaca. El obispo, un hombre mayor y con mucha experiencia en
temas religiosos, sabía que antes de tomar cualquier decisión, tenía que
descartar todas las opciones que tuvieran una solución real y clínica, ordenó
al joven padre y a otro clérigo enviado desde la ciudad de Acayucan analizar
bien el caso. La idea era determinar si era un caso de posesión demoniaca o un
simple engaño, ya que, por años, alrededor del mundo han existido una infinidad
de casos en los que algún grupo de personas buscan engañar a la iglesia con
posesiones falsas, e incluso ha habido engaños que han llegado tan lejos que
han conducido a una mala práctica de exorcismo y que deriva en algo peor, como
la muerte.
Dos semanas más
tarde, los jóvenes estaban en muy malas condiciones, sus cuerpos se veían muy
lastimados y demacrados, sus mentes estaban aún peor, las familias ya no sabían
que hacer, temían lo peor para sus hijos, hasta que el párroco del pueblo los
convocó a una reunión para explicarles la situación, ahí les dijo que en los próximos
días llegaría un sacerdote enviado desde Roma para ayudarlos, venía con toda la
aprobación de Vaticano para practicar cualquier medio en su poder con el fin de
sanar a los jóvenes. Solo les pidió que fueran preparando a sus hijos, que los
alimentaran bien, porque el desgaste físico sería muy grande, y que un cuerpo débil
es más propenso a perder la batalla. Esa tarde pasó a cada una de las casas
donde los jóvenes enfermos se encontraban y con cada uno realizó una oración,
trató de hablar con ellos, pero algunos se encontraban en franco estado de
narcolepsia, las medicinas que les suministraban los hacían dormir y nada más,
cuando el efecto pasaba la locura regresaba a ellos. Con ninguno tuvo
problemas, pudo incluso tomar las manos de los jóvenes para pedir por su
bienestar, excepto con el joven que había iniciado todo el problema.
Aquel joven
no dormía, pasaba las noches en vela repitiendo lo mismo, se encontraba
amarrado para que no pudiera hacerse daño, se refería a sí mismo en tercera
persona y amenazaba con matar a su familia cuando menos lo esperaran, la madre
del joven, quien al principio no aceptaba ayuda ni de los doctores ni de los
vecinos, se encontraba desesperada, buscaban por cualquier medio una cura para
la salud mental de su hijo. El cura llegó a la casa y pidió hablar con la
mujer, ya adentro de la casa notó una gran cantidad de figuras y velas de
distintos colores, retazos de tela y santos, sabía que estaba en un lugar donde
se practicaban cualquier clase de conjuros y esoterismo, lo primero que le dijo
a la mujer fue que un joven que presentaba síntomas de haber sido poseído por
un espíritu o un demonio no podía estar en un ambiente tan hostil como el que
se sentía en esa casa, todas las figuras, las velas, las ramas, el mismo aroma
de la casa era oscuro, le dijo que ella había hecho un caldo de cultivo
perfecto para alojar y fortalecer a lo que sea que se encontraba atormentando a
su hijo, le dijo que el mal no se combate con mal, no puedes pagar un
incendio con bidones de gasolina, que era momento de que ella tomara acciones
para ayudar a su hijo. El clérigo tenía pensado conocer y recabar información
de parte de los demás vecino que no tenían a algún hijo en esa situación, y una
vez estuviera listo, comenzar con las sesiones, pero el plan se vino abajo
cuando entró a la recamara donde estaba encerrado el muchacho, el párroco del
pueblo describe el momento como uno de los momentos de mayor estrés que le ha
tocado vivir, el joven de apenas unos 16 años se puso más violento al verlos
entrar, la madre trataba de calmarlo y el papá ajustaba las sogas para que no
las rompiera, los dos sacerdotes trataron de hablar con él, ver si estaba en
sus 5 sentidos pero solo recibían insultos y maldiciones, era bastante claro,
con lo que habían visto, era una posesión y tenían que practicar un exorcismo,
acordaron que todos tenían que estar al otro día temprano en la iglesia, que
solo podían estar presentes los familiares adultos de los jóvenes, los
sacerdotes y 3 personas que ayudarían en labores de oración y asistencia a los
padres y obviamente los jóvenes en cuestión.
La cita fue a
las 8 de la mañana, uno a uno llegaban a la iglesia, algunos jóvenes lucían
francamente mal, pero todavía con las fuerzas suficientes para aguantar lo que
estaba por venir. El día era como cualquiera, los demás pobladores trataban de
hacer su vida normal, pocos eran los curiosos que se acercaban a la iglesia ese
día, se había corrido el rumor de que ese día iban a practicar un exorcismo ahí
mismo y el miedo a que los demonios ahí expulsados entraran en alquilen mas
eran suficientes como para preferir no estar ahí ese día.
Bienvenidos a
la casa de Dios, por favor tomen asiento y tomen las precauciones debidas con
sus hijos -Dijo con un tono tranquilo pero serio el Padre Martín- Lo que aquí
va a suceder puede que supere nuestro entendimiento y nuestra capacidad de ver
muchas cosas, pero les pido que por favor sean lo más fuertes posibles, se trata
de sus hijos, ellos piden su ayuda y es lo que vamos a hacer, si alguien de aquí
cree que no está listo para lo que viene o no tiene la fe suficiente en que
nuestro señor Jesucristo va a interceder por nosotros, es mejor que salga y
deje que los demás trabajen -continuaba el Padre- Oh señor Jesús tu que todo lo
ves... Al momento de que el Padre comenzó a orar los ayudantes cerraron las
puertas de la iglesia con llave, como dando a entender que de ahí ya nadie salía.
Una especie de oración hizo que algunos jóvenes entraran en un estado de
locura, no eran muchos, tal vez 3 pero conforme los sacerdotes hablaban uno a
uno de los demás iban tornándose más violentos.
Al haber sido
una sesión cerrada y en la que solo intervinieron los involucrados, la certeza
de los acontecimientos puede variar un poco en cuanto a lo que podía ver y
escuchar cada uno de los ahí presentes, pero en lo que todos coinciden es en
que:
El padre
Martín acompañado del Padre Juan (párroco del pueblo) pasaban caminando con
cada uno de los jóvenes preguntando su nombre, nadie le contestaba, solo lo
insultaban e incluso algunos lo escupían, cuando llegó con el joven con la
entidad demoniaca dentro del él, pudieron hacer contacto con el demonio, 4
personas sostenían al joven quien tenía una fuerza sobre humana, su voz había cambiado,
era otra persona la que hablaba por él. El padre pregunto su nombre, instaba al
demonio a revelar su identidad, como queriendo saber a qué se enfrentaba,
cuando por fin lo hizo, las bancas de madera comenzaron a vibrar, incluso
algunas veladoras del altar del santísimo cayeron al suelo; su nombre era
Ose.
Al revelarse,
los demás jóvenes comenzaron a actuar casi como marionetas, violentos, pero
casi de una manera coreográfica. La voz que salía de la boca del joven no
paraba de burlarse y de proferir injurias y retos en contra de los familiares y
los sacerdotes, el Padre Matías corrió de inmediato a su maletín y sacó un
libro donde inmediatamente comenzó a buscar el nombre de Ose. Al parecer este
ente atormenta a las personas desde sus adentros, los confunde, los estresa,
los vuelve locos, les quita la voluntad y por diversión va dejando en un estado
de locura total a su huésped. Lo que no se explicaba el padre era como podía un
solo ente controlar a más personas aparte de la que ya poseía. EL exorcismo
comenzó y no era nada fácil para los padres ver como la piel de sus hijos se
quemaba cuando entraba en contacto con el agua bendita, ver como se desgarraban
la garganta gritando de dolor cada vez que el padre les ponía una cruz en la
frente, los primero 3 jóvenes fueron sanados rápido, caían en un estado casi
comatoso provocado por el cansancio y mal estado físico de sus cuerpos, pero
estaban bien, habían vuelto a ser ellos mismos, con Tomás y los otros 2
muchachos tardaron un par de horas más, no era fácil controlar a 4 personas con
la misma fuerza, el reloj ya anunciaba las 4 de la tarde y ellos seguían ahí,
no hubo llamado a misa, la gente no lo esperaba, afuera de la iglesia solo un
puñado de mujeres que rezaban rosarios y sostenían biblias intentaban ayudar
como fuera.
Por fin las
puertas se abrieron y salieron 2 muchachos más, Tomás el vecino de Santiago era
uno de ellos, caminaba por su propio pie, abrazado de su padre y de su abuelo,
su familia lloraba de alegría, pero las caras de ellos era de terror, solo
quedaban 2 jóvenes adentro con sus familias, afuera cada minuto que pasaba era
de mayor incertidumbre, ver a 5 jóvenes totalmente recuperados le daba al
pueblo un poco de valor y esperanza, por lo que se congregaban a varios metros
de la iglesia a rezar, los demás se refugiaban en sus casas, cerrándolas todas
y protegiéndose con santos y rezando en su interior.
Pasando las 6
de la tarde se abrió por última vez la puerta, salió el ultimo joven con su
familia, todos con la misma cara, todos salían de ahí desencajados, como incrédulos
de lo que acaban de ver, los gritos se seguían escuchando, ya solo era un solo
grito y era del joven, por momentos se escuchaban risas, risas que salían de la
boca del joven pero que no eran de él, los padres sabían que quien estaba recibiendo
todo el castigo era el joven, ya no había nada que hacer, como lo dijo el mismo
demonio, el muchacho ya le pertenecía, llevaba horas repitiendo lo mismo y les permitía
hablar con el joven de vez en cuando para que supieran cuanto sufría, el mal
estaba hecho, llevaba mas de 12 horas ahí y no había avances con él, al parecer
el protocolo marca cierta cantidad de tiempo y si no se logra nada en ese
lapso, entonces no hay nada que hacer. El padre Martín ordenó sacar de su
maletín un estuche, dentro de él había una jeringa y un frasco con una
sustancia, el padre les explicó a los presentes que el alama del joven ya no existían,
la invocación que había hecho era tan fuerte y tan efectiva que aquel demonio había
consumido su alma y no lo dejaría nunca de atormentar hasta el día de su
muerte, la opción mas rápida y concreta era dormir al muchacho y trasladarlo de
inmediato a un lugar donde pudiera estar bajo vigilancia las 24 horas, un lugar
donde no pudiera hacerse daño ni a los demás, que eventualmente el tiempo se le
acabaría. La familia del joven no podía creer lo que escuchaban, los sacerdotes
pedían disculpas, y con un esfuerzo enorme por parte de los presentes, lograron
suministrarle un potente calmante al muchacho y poco a poco fue cayendo
dormido.
Ya con todo
tranquilo, el Padre Juan explicó que la Diócesis mantenía contacto y buenas
relaciones con un Instituto de Salud Mental en Minatitlán, que podían
internarlo ahí y mantenerlo bajo supervisión las 24 horas, pero que ellos
tendrían que aportar cuotas, la familia no tuvo más remedio que aceptar.
Con el paso
del tiempo, los demás jóvenes poco a poco regresaron a su vida normal, los
episodios de "locura" no se volvieron a repetir con ellos, la gente todavía
los veía de una manera diferente, no sabían si tenerles miedo o tratarlos bien.
Al joven que no pudieron salvar mediante exorcismo, lo trasladaron a aquella clínica
de la que se les había hablado, la familia se fue con él, poco se supo de ellos
después, algunos años después y por falta de presupuesto, la clínica mental
cerró sus puertas, algunos pacientes fueron reubicados en otras clínicas del
estado de Veracruz, pero de aquí muchacho no se supo mucho, dependiendo de quién
te cuente la historia, su final es variado, algunos comentan que está en otra clínica
en Orizaba, totalmente perdido por la gran cantidad de medicinas que le
suministran y otras personas cuentan que la familia no pudo seguir pagando sus
cuotas, y dejaron libre al muchacho, que el matrimonio se separó a causa de ese
evento y que la mujer se tuvo que llevar a su hijo a vivir a algún lugar donde
no pudiera estar cerca de la gente, otros dicen simplemente que murió en la clínica.
Lo cierto es que, si vas a ese pueblo, poco ha cambiado, sigue siendo un pueblo
rural, sigue habiendo poca información y pocos servicios de salud, pero si
hablas con la persona adecuada te puede llevar a platicar con un hombre de unos
40 años que se sabe la historia y que dice ser uno de "Los Locos de San Leopoldo".
Comentarios
Publicar un comentario