LA MUJER DE LA AZOTEA

La mujer de la azotea
Por Álvaro Ramos

"Nunca dejes al niño solo en el lavadero" - Le decía con regaños mi abuela a mi madre. Yo era un niño de 5 años y no entendía el por que a mi abuela le disgustaba tanto que mi primo -2 años menor- y yo, nos quedáramos solos jugando en los lavaderos de la antigua casa de los abuelos.

Tiempo después, ya sin mi abuela con nosotros, salió el tema de la antigua casa y una anécdota llevó a otra. Mi mamá y mi tío contaban como era ser niño en aquellos años y como todo era diferente a pesar de las precariedades y como pasa en esas pláticas familiares, llegamos a las historias de terror. 

Una de las anécdotas trataba sobre un árbol pequeño de "vainas", al cual, tanto mi abuelo como mi mamá lo vieron bajar sus ramas al suelo y segundos después, volver a incorporarse. El abuelo decía que tal vez lo hacia en agradecimiento, pues un año antes una fuerte lluvia y viento arrancaron el árbol y le habían quebrado parte de su tronco, él lo volvió a sembrar donde estaba y lo llenó de arena y composta para que no muriera, además que con tela vieja y cuerda amarró aquel joven árbol para que el tronco se volviera a pegar, al paso del tiempo el árbol logró salvarse y creció un poco mas, por lo que él sentía que cuando el árbol se doblaba era en agradecimiento. Debo mencionar que a mi mamá le pasó 2 veces, vio al árbol agacharse y regresar a su posición original. Yo he buscado en Internet algún caso similar y no he encontrado nada. 

La siguiente y ultima historia contada, también tenía que ver con el patio de aquella vieja casa. En aquellos años las casas viejas tenían los baños en el patio, si por alguna razón en la noche te daban ganas de ir al sanitario, tendrías que salir y atravesar el patio para llegar, en varias ocasiones tanto mi abuelo como mi tío y una hermana de mi abuelo vieron a un hombre caminar en círculos en el patio y cuando le intentabas hablar caminaba hacia la oscuridad y se perdía. La primera vez pensaron que era algún ladrón que había entrado por la ladera del río que pasaba justo detrás de la casa. Pero las siguientes ocasiones notaron que el hombre no los volteaba a ver ni tampoco huía de ellos, simplemente caminaba y se perdía en la oscuridad. Fue durante esa historia cuando pregunté: 

- Abue, ¿Por qué mi abuela no nos dejaba jugar solos en el lavadero de allá atrás?

Mi abuelo se quedó callado e hizo una mueca de desencajo, trataba de recordar algo pero no decía nada, hasta que le preguntó a mi mamá si mi abuela le decía algo. Mi madre solo contestó que nunca supo por que, pero siempre la regañaba cuando me dejaba solo en el lavadero o con mi primo menor.

- Ah! ya recordé. Es que tu abuela era muy creyente de todo lo que tenia que ver con espíritus y esas cosas. Pero la razón por la que no le gustaba que estuvieran solos si tiene fundamento.

Cuando tu abuela era jovencita, vivía en otro barrio, ella era la mayor de sus hermanos y por ende tenia que criarlos ella. Tu bisabuela Leonor murió joven y su papá trabajaba todo el día con su hermano en una panadería. En la calle donde ellos vivían, tenían una vecina muy trabajadora que vivía con su esposo y sus 2 hijos. El esposo trabajaba en la fabrica de puros y ella lavaba y planchaba ajeno, pero lo hacia en su casa porque no podía andar llevando a los niños chiquitos a todos lados.

Todos los días temprano se podía ver a la mujer en la azotea de su casa lavando y tendiendo la ropa al sol, en la azotea tenia una pileta de agua que usaba para lavar y para tener vigilados a sus hijos, los dejaba jugar en la pileta como si fuera su alberca. Tu abuela me cuenta que la muchacha siempre cuidaba bien a los niños y que era raro que ella los dejara solos, incluso cuando tenía que salir a entregar ropa planchada muy lejos, los llevaba con ella y si la entrega era cerca y no le tomaría mas de 2 minutos los dejaba ahí vigilados por lo vecinos. 

Una tarde la mujer salió a dejar ropa y cuando regresó, no encontró a los niños en su cuarto, alguien les había abierto la puerta y los dejó salir, cuando los encontró lo niños estaban en la pileta, jugando. La muchacha pensó que tal vez por la premura ella no dejó bien cerrado el cuarto ni la puerta que lleva a las escaleras de la azotea y así fue como lo niños habían subido. Pero esa misma noche antes de dormir al mayor de sus hijos le preguntó como habían subido a la "alberquita" (como ellos le decían) y la respuesta fue un poco de terror; el niño le dijo que una mujer les abrió y les dijo que subieran a jugar, que su mamá iba a tardar en regresar. Cuando el niño dijo eso, a la mamá le dio un escalofrío, ese día no había nadie mas en la casa y los vecinos no vieron entrar a nadie, tenia que ser una mentira o una alucinación.

La siguiente ocasión ella estaba lavando y los niños jugaban en la pileta, ella bajo a abrirle la puerta a su hermana cuando escucho los gritos de uno de sus hijos, subió corriendo y cuando llegó el menor se estaba ahogando en la pileta, el mayor estaba afuera gritando desesperado, esa vez no pasó nada, mas que el susto pero ya era un indicio de que esa pileta era peligrosa, los vecinos fueron a ver que pasaba y ofrecieron a ayudarla en lo que pudieran para cuidar a los niños o para cerrar la pileta. Esa tarde una de las vecinas chismosas le dijo al esposo de la muchacha lo que había pasado y el marido se molestó mucho, tuvieron una pelea y él le prohibió seguir trabajando. Le dijo que si era necesario trabajaría doble turno en la fabrica para que ella no trabajara y le pusiera mas atención a los niños. 

La mujer le contó a tu abuela que cuando su esposo y ella fueron a ver a los niños y les preguntaron que había pasado, el mayor les dijo que la mujer de la azotea quería ahogar a si hermanito, que a veces les decía que se los iba a llevar y que no le dijeran nada a su mamá. Tu abuela creyente de todo eso, se preocupó y le dijo que tuviera cuidado e incluso le propuso ir a buscar a un padre para bendecir la casa, pero la vecina no quiso, decía que su marido no creía en las cosas religiosas y que si se enteraba que había ido un cura a bendecir algo, se pondría furioso. 

La abuela comentaba que conforme pasaban los días, se escuchaban ruidos raros en la casa de los vecinos, la muchacha ya no trabajaba lavando ni planchando, se la pasaba con los niños todo el día hasta que llegaba el esposo y le daba la cena. 

Una madrugada tu tía Lola (hermana de mi abuela) se despertó y escuchó gritos que venían de la casa de los vecinos, eran gritos de un niño, de inmediato despertó a tu abuela y ambas corrieron a despertar a los vecinos. Ellas juran que los vecinos no podían abrir la puerta de atrás, que estaba atascada con algo, el niño mayor dormía en su cuarto y el menor lloraba en la azotea, cuando al fin los padres del niño pudieron abrir la puerta y subieron a la azotea el niño ya se había ahogado en la pileta. Esa familia se separó, el esposo siempre culpó a su mujer de la muerte del niño, él le había ordenado tapar la pileta y vaciarla, pero ella no lo había hecho porque no podía cargar sola las tablas y laminas para tapar la pileta y como tenia semanas sin subir a la azotea no había vaciado la pileta.

El hombre se fue de la casa y comenzó a vivir con otra mujer y tuvo 2 hijos mas, la mujer vivió en esa casa unos meses mas, hasta que no pudo pagar la renta y se terminó yendo, pero siempre le dijo a tu abuela que el niño mayor le decía que la mujer de la azotea había matado a su hermanito.

Según mi abuelo esa casa poco después fue comprada y derribada para construir una casa mas grande y que nunca nadie vio nada extraño a excepción del niño.

La historia de esa familia y la razón por la que mi abuela no nos dejaba jugar solos en los lavaderos ya tenía sentido. Me pongo a pensar en cuantos casos de muertes infantiles ocurren en circunstancias extrañas y en cuestión de segundos, me pongo a pensar en que si de alguna manera esos tristes casos tendrán que ver con algo que no podemos ver ni escuchar. Sólo ellos lo saben.

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