EL ESPÍRITU DEL MAR



¿Alguna vez han pasado la noche en el mar? ya sea en alguna embarcación o en alguna playa virgen. Pasar la noche en algún lugar donde los únicos sonidos sean las olas del mar, el viento y tal vez algún animal nocturno que merodea por ahí. Los que lo hemos hecho sin duda sabemos que la experiencia es única, acampar, convivir con amigos o familiares sin que nada te moleste.

Luis es un hombre de poco más de 50 años, padre de familia y maestro jubilado. Él es originario de la ciudad y puerto de Alvarado, en el estado de Veracruz. Ahí él creció y estudió hasta la preparatoria. La ciudad de Alvarado es conocida principalmente por su gente, gente amable, llevadera y sumamente fiestera, pero además de eso, es conocido por ser uno de los principales puertos pesqueros del estado. La mayoría de las familias de antaño viven de la pesca, para la gente del lugar era común pasar el día pescando o arriba de una embarcación camaronera, hacer deporte y enfiestar también eran parte del día a día de la población. Por lo cual es normal que existan una y mil historias sobre el lugar o su gente, una de esas historias es la de Luis.

Luis estudiaba la preparatoria en el Centro de Estudios Tecnológicos del Mar en su natal Alvarado, siempre ligado al mar y a la pesca, en aquellas épocas, durante las vacaciones de verano, Luis acostumbrada a trabajar en los barcos pesqueros del pueblo donde familiares y amigos también lo hacían, él lo hacía porque eso le ayudaba con las prácticas de la escuela, además recuerda que para terminar el bachillerato uno de los proyectos de campo era pasar unos días en alta mar en una de las antiguas embarcaciones que la escuela poseía para hacer prácticas, por lo que trabajar en eso desde antes, le hacía tener más experiencia cuando el momento de hacerlo por su calificación lo ameritara.

Desde los 16 años ya había salido al mar ayudando a un buque de pesca alguna veces, eran dos o máximo tres días los que el pasaba en el mar hasta que tocaban tierra nuevamente y nunca tuvo miedo, nunca escucho nada extraño, a pesar de que por las noches una de las actividades favoritas de los pescadores más grandes era contar extrañas historias sobre visiones en alta mar. Luis recuerda que cierto día alguien le avisó a un tío suyo que un barco camaronero iba a zarpar a pescar durante 1 semana, que recorrerían una área grande. Abarcarían desde las costas de las playas conocidas como "La Mancha" hasta las aguas frente a la costa de un lugar llamado "La Perla del Golfo", la paga era buena, llevaban comida y provisiones para 2 semanas y demás de eso, les habían prometido que si se juntaba la cantidad que la empresa pesquera requería, el excedente se lo podrían repartir entre los trabajadores. "Ni lo pensamos" dijo Luis, entonces él y 4 familiares se embarcaron en esa aventura sin saber que esas 7 noches en mar abierto las recordarían por el resto de sus vidas.

Luis recuerda que las primeras noches fueron muy pesadas, era cuando más trabajo tenía, le tocaba la pesca nocturna junto con otros compañeros, y que jalar redes, cargar, lavar, limpiar, engrasar y todas las labores que se hacen durante la pesca son más pesadas con sueño y con frió. Con él estaba alguien que solo conocía como "Picochulo", originario de una comunidad cercana al puerto de Alvarado y pescador de toda la vida. Picochulo era muy extraño en sus formas, rezaba al mar todos los días, se arrodillaba frente al azul mar y pedía perdón, por lapsos su mirada se perdía, durante las noches no dejaba de repetir frases como "no nos lleves, solo queremos llevar pan a la casa" o "no te veo pero sé que estás ahí"; algunos que lo conocían de más tiempo decían que el alcoholismo y su adicción al tiner lo tenían loco, que simplemente no le hiciera caso. Pero Luis tenía 17 años, la curiosidad natural de un adolescente siempre sale a flote.

Fue ya durante la segunda noche cuando mientras un descanso, se acercó a Picochulo a preguntarle porque repetía lo mismo una y otra vez cuando le tocaba estar esperando las redes. El hombre sólo lo veía y sonreía de manera nerviosa, mostrando su dentadura amarilla y faltosa de dientes, signos de que el hombre no había llevado una buena vida precisamente. "Cuando veas lo que yo he visto, también vas a estar igual que yo flaco".

Picochulo le contó a Luis que años atrás, él trabajaba para una empresa pesquera, que regularmente salían al mar y al no haber mucha competencia regresaban cargados de pescados y mariscos, que incluso en aquellos años se llegaban a ver delfines, toninas y otros animales grandes cerca de donde ellos pescaban, pero que en uno de esos viajes, algo pasó; una noche mientras todos dormían, la embarcación recibió un golpe fuerte, lo que hizo que el movimiento de la misma despertara a los tripulantes, la persona encargada de montar la guardia se había dormido y no vio nada, cuando todos salieron a ver con que habían pegado, no vieron absolutamente nada, las pocas luces del barco y las lámparas de auxilio no daban a vasto, la oscuridad de la noche era inmensa, difícilmente verían que clase de enorme animal los había golpeado, pero por el tamaño de la embarcación debía ser algo muy grande. Esa noche decidieron quedarse despiertos 3 tripulantes más, esperando ver si podían ver algo, tenían la esperanza de que fuera un animal lo suficientemente grande para darle caza y vender su carne. Uno de ellos era Picochulo, el caminaba por la popa del barco, con una lámpara de alcohol, cuando de repente vio a un hombre muy alto sentado con los pies colgando hacia el mar, Picochulo no lo había visto antes y conocía a todos los tripulantes, por lo que de inmediato saco una navaja que portaba a la cintura y amenazó con hacerle daño si no saltaba al agua, inmediatamente después el hombre saltó y se perdió en las oscuras aguas de esa noche sin luna. "Hombre al agua" grité, dice Picochulo pero nadie me escuchó, de pronto escuche una voz detrás de mí que me dejó frío, era una voz ronca que me decía; ¿Qué hacen en mis aguas sin mi permiso? ¿Acaso no saben que hay que pedir permiso para venir aquí?, cuando Picochulo volteó a ver a quien le hablaba vio el rostro de una persona mayor, con los ojos encendidos y una larga cabellera, usaba un sombrero y en la mano derecha tenía una bolsa de manta que parecía pesar bastante, el hombre le ordenó tomar la bolsa, le dijo que adentro había oro, el suficiente para que ellos disfrutaran de una vida plena hasta morir, pero que tenían que irse de ahí temprano por la mañana, Picochulo tomó la bolsa y el hombre camino por la borda y se aventó al mar. Asustado Picochulo revisó la bolsa y efectivamente había oro en su interior, corrió rápido a contarle lo sucedido a los otros 2 compañeros y estos no le creían, le pedían ver la bolsa y el oro que según contenía. Picochulo hizo despertar a todos y le dijo al capitán del barco todo lo sucedido y la advertencia que había recibido de quien él decía era el mismísimo diablo. Al terminar de hablar el capitán se negó rotundamente a regresar a tierra y exigió ver la bolsa para corroborar que fuera verdad su historia, pero al vaciar la bolsa frente a todos, no había más que restos humanos, todos en la embarcación comenzaron a ver a Pichochulo con desdén, pensaban que era una especie de loco aficionado a la brujería o que quería hacerles algo, pues andar cargando con huesos humanos no era para nada normal. El barco siguió en el mar 2 días más, y picochulo seguía viendo al hombre aquel, pero esta vez solo le hablaba para recordarle que había tomado una mala decisión. La última noche antes de regresar no durmieron, escuchaban lamentos que se confundían con el viento, golpes en las paredes del barco, la cadena de una de las anclas se rompió sin razón alguna e incluso una parte del pescado que tenían en refrigeración se había echado a perder aun estando casi congelado, dentro de los pescados había gusanos de tierra y lombrices, cosa que no debería pasar pues los peces no comen eso. A partir de ahí no volvieron a buscar a Picochulo para ese tipo de trabajos, se refugió en el alcoholismo y solo pescaba para sobrevivir, su mujer tenía que salir a trabajar  para poder mantener a sus 3 hijos, la gente decía que él había llevado una maldición a ese barco y por eso nadie le daba trabajo, hasta esa vez, que urgidos de gente lo aceptaron en el barco.

Luis cuenta que la historia de Picochulo y la manera en que la contaba en borrachín, no era muy creíble, vaya, era muy raro que nadie más hubiera escuchado esa historia antes, cuando se supone que todos eran pescadores y que no tenía más de 5 años de haber sucedido. Por lo que no le tomó mucha importancia y le siguió el juego. Luis hoy en día es un tipo muy bromista y suele verles la cara a los demás con tal de sacar siempre una risa y dice que desde joven tenía esa cualidad, por lo que aun siendo más joven, se encargó de hacer de la historia que le habían contado, un semillero de bromas y de sustos.

Era la tercera noche y a Luis le tocaba estar al pendiente de las redes, eran tal vez las 5 de la tarde y el sol comenzaba a tomar esa tonalidad rojiza, como de color granadina, les urgía sacar las redes para ver que tanto habían pescado y refrigerar antes de que saliera la siguiente red, cuando de manera intempestiva una fuerte ráfaga de viento hizo mover uno de los brazos mecánicos que sujetaban las redes y perdieron todo el pescado que habían logrado capturar. Como en todos lados, buscaron culpables y Luis al ser el más joven, recibió su regaño y su castigo, lavar los baños y la cubierta durante la noche, uno de sus tíos se ofreció a ayudarlo, le parecía injusta la manera en que lo culparon por algo que no había provocado. Esa noche todo parecía tranquilo, su tío y él limpiaban y se tomaban descansos cada cierto tiempo, mientras que los encargados de la pesca nocturna fumaban y platicaban de cualquier cosa. En un momento, ambos escucharon voces, dos voces diferentes que mantenían una conversación, una voz la reconocían fácilmente, era "Pico", pero la otra voz era un poco más extraña, profunda, ronca, fuerte. Se acercaron sigilosamente y al estar cerca lograron ver a Picochulo haciéndose una marca con una navaja, y a un hombre muy alto parado frente a él ordenándole que la herida fuera más profunda, el tío de Luis rápido corrió a quitarle el cuchillo a su compañero y los tres vieron flotar al hombre alto hacia adentro de una de las puertas que dirigían hacia los camarotes. Inmediatamente dieron aviso de que había un polizón a bordo y los hombres que con ellos se mantenían despiertos alertaron a los demás, esa noche buscaron en todos los rincones del barco y no encontraron a nadie extraño. El capitán del barco ordenó que todos entregaran el alcohol o drogas que llevaran a bordo, pues no iba a poner en riesgo la operación por las alucinaciones de ellos. Ya de día, el tío de Luis se acercó a hablar con él, le dijo que era mejor no mencionar nada ya, que los demás iban a pensar que estaban locos y que eso no les convenía, porque dejarían de darles trabajo, que era mejor evitar el tema y le dio una estampita de una cruz como protección, esa tarde algo raro sucedió, una de las redes estaba rota, parecía como si algún animal la hubiera mordido y eso había hecho que el camarón escapara. El capitán ordenó a sus dos mejores buzos, que bajaran a buscar a algún animal, sabían que no era zona de tiburones pero que podría haber algo más, e incluso algún pez lo suficientemente grande  que buscando comida hubiera roto la red.

Los 2 buzos bajaron y estuvieron rodeando la zona de las redes por poco más de 1 hora, hasta que uno salió y pidió ayuda, el otro compañero había descendido más de lo que podía aguantar la respiración y en su afán de regresar rápido a la superficie a respirar subió con tanta velocidad que el cuerpo se descomprimió, lo cual es muy peligroso, como pudieron se contactaron por medio de radios para pedir ayuda, les dijeron que tenían que acercarse lo más posible a un puerto y que de ahí llevarían al marinero al hospital más cercano. Por la zona en la que se encontraban pescando su única opción era acercarse a las costas de Balzapote y esperar que alguien llevara al joven lo más rápido posible a un hospital. Esa noche una camioneta ya esperaba al hombre en tierra y tanto el segundo al mando como el otro compañero que buceaba con el accidentado se fueron. La embarcación recibió la orden de pasar la noche anclados en las costas de Balzapote y esperar a los otros 2 tripulantes que habían acompañado  su amigo al hospital. Esa noche llovió muy fuerte y ellos daban gracias de no estar mar adentro con esa tormenta. El ambiente era silencioso, todos de alguna manera sentían miedo de lo que pudiera pasarle a su compañero, además de que estaban frente a una costa llena de vegetación y montañas, desde el barco lograban ver algunas luces de las casas costeñas, las velas que la gente usaba para alumbrarse y de repente veían a una que otra persona curiosa en la playa. Ya eran las 3 de la madrugada cuando se comenzaron a escuchar gritos de una mujer adentro del barco, todos de inmediato salieron a ver que sucedía, se encontraron todos en la cubierta y se veían unos a otros, mientras los gritos no se dejaban de escuchar, venían de afuera, venían de la costa, pero a esas horas las ya no se veían una sola luz, las pocas casas que ahí habían, se encontraban en total silencio, los gritos salían de entre los árboles y el viento los magnificaba. El capitán ordenó que usaran las lámparas para alumbrar la costa y ver si podían ver algo, el operador de las luces las dirigía hacia la playa en busca de la persona que emitía esos gritos desesperados pero no veían nada, hasta que dirigió la luz hacia un risco lleno de árboles y vieron que en las ramas de uno de ellos, colgada del cuello se encontraba una mujer joven, muerta. De la impresión el operador de la luz se movió por un instante y cuando volvió a alumbrar en esa dirección la mujer que colgaba en la rama de aquel árbol, ya no estaba. No era un invento esta vez, todos la habían visto, de inmediato todos se juntaron y comenzaron a rezar por el eterno descanso de la mujer, todos hincados con los ojos cerrados rezaban, algunos se tomaban de las manos. Luis tomo de la mano a su tío y dice que sentía como temblaba, el miedo se había apoderado de todos, pero su tío parecía que en cualquier momento se soltaría a llorar. El capitán ordenó alejarse de la costa un poco, como si eso fuera a evitar que algún espíritu los alcanzara: así lo hicieron y pasaron toda la noche escuchando el viento golpear la embarcación como lamentos de un profundo dolor. 

A la mañana siguiente decidieron seguir pescando tenían el tiempo encima y por una u otra circunstancia no había llegado ni a la mitad de camarones y pescado que se habían puesto como meta.

Todos en la embarcación lucían muy cansados, apenas habían dormido unas horas, comían bien pero las jornadas de trabajo eran muy pesadas, había que recuperar el tiempo perdido y conseguir el producto que se habían propuesto llevar a Alvarado.

Ya era la quinta noche, la tripulación estaba a la expectativa de que sucedería esa noche, nadie quería dormir, decían que si algo pasaba tenían que estar todos juntos, apoyando a los que tenían que estar al pendiente de la pesca nocturna, esa noche la pesca era buena, toda la madrugada estuvieron sacando grandes cargamentos de camarón, eso hizo que las mentes de todos se mantuviera ocupada y pudieran pasar la noche sin problemas. Luis a estas alturas ya contaba las horas para regresar a casa, el viaje y las experiencias que había tenido no habían sido lo que esperaba, lo tenían temeroso, nervioso y muy agotado, pero aguantaba porque sabía que la paga sería buena.

Ya era la última noche, al otro día solo pescarían hasta medio día y como durante esos días ya se habían ido acercando a costas alvaradeñas, por la tarde-noche ya estarían en casa descargando el producto. El ánimo había mejorado, pareciera que nada de lo anterior había sucedido, esa noche, todos tenían permiso de tomar aguardiente y cenar bien, pues había que terminarse lo que habían llevado de provisiones. La mayoría era de buen comer y de buen tomar, por lo que llegó la hora en que casi todos estaban borrachos excepto los más jóvenes y alguno que otro abstemio de la tripulación. Entre los que se encontraban más borrachos estaba Picochulo, que en un momento de tranquilidad, comenzó a reír frenéticamente, solo se carcajeaba pero no decía palabra alguna, al inicio a los demás les parecía gracioso, pero al ver que no dejaba de reír, uno de ellos lo tomó del brazo y le dijo que ya se callara, que ya no era gracioso. Luis cuenta que Picochulo les dijo que los que le había sucedido unos años atrás, ese evento por el cual todos lo tachaban de loco, fue un encuentro con un espíritu que vive en el mar, que castiga a los pescadores que no respetan sus aguas y que de alguna u otra manera él se cobra lo que le quitan. Que por años se la pasó robándole a los piratas que guardaban tesoros en esas costas y que esa vez le ofreció oro para que dejaran de pescar por ahí, pero que los demás no habían aceptado y por eso convirtió todo el oro en huesos, menos una pieza de oro; Picochulo sacó den entre su playera una cadena que llevaba en el cuello y mostró un pedazo de oro, era pequeño y sin forma definida, parecía ser parte de alguna moneda o de alguna pieza de oro más grande. Según él fue lo único que le dio a cambio de no matarlo, y que a los otros 7 tripulantes que no habían creído su historia y al capitán los fue matando poco a poco, el último era Mario, quien era ayudante de cocinero en aquel viaje y que no le creyó su historia a Pico. Mario era el buzo que sufrió la descompresión en este viaje.

Pascual, primo hermano de Mario se le fue encima a Pico y comenzó a golpearlo en frente de todos, enojado le gritaba que no se metiera con su primo, que si algo le pasaba, él lo iba a matar con sus propias manos, los demás detuvieron a Pascual, mientras que Pico solo le pedía perdón, le decía que no era su culpa, que era el hombre del mar el que se quería cobrar venganza. Después de ese evento, Luis y otro amigo llevaron a Picochulo a dormir, no solo estaba muy borracho, también estaba muy golpeado por Pascual. Ya en la cama donde dormía, el hombre les dijo que no tomaran a la ligera lo que les había dicho, pues no eran mentiras, que constantemente en esas aguas los barcos pesqueros ven luces que provienen desde la costa, luces de auxilio que hacen que los que ven las luces quieran ayudar, pero muchos que desconocen la zona chocan con arrecifes o con enormes piedras bajo el agua y tienen que encallar ahí. Luis recordó que 2 noches atrás uno de sus compañeros dijo ver la luz de un faro y señales de auxilio pero que se le hizo raro, porque el faro más cercano tenía ya 10 años sin funcionar. Después de eso, dejaron al hombre dormido y regresaron con los demás. Ahí Luis se enteró que de los 7 tripulantes de la embarcación de la que hablaba picochulo, dos aún viven, a uno le amputaron las piernas por una enfermedad y el otro quedó ciego por un accidente en una fábrica y Mario, del cual aún no tenían noticias. Por lo cual nadie creía la historia del todo, pero todos coincidían en que por las noches en las aguas del golfo, se escuchan cosas y se ven visiones que no tienen explicación, que muchos han perdido la vida siguiendo algo que no existe que por eso siempre se hace una misa antes de zarpar, para pedirle a Dios que los cuide y los lleve de regreso. Esa noche, todos durmieron excepto 2 tripulantes que se quedaron a hacer guardia. Ya por la mañana muy temprano todos estaban despiertos listos para desayunar, la sorpresa fue que la comida que habían dejado para desayunar, estaba podrida, a pesar de estar dentro de los refrigeradores.

El día transcurrió sin inconvenientes, no habían logrado llegar a la meta deseada pero tampoco estaba muy lejos de ella, por lo que no se sentían del todo mal, igual la paga era segura. Luis regresó a Alvarado y esa noche durmió todas las horas que no había dormido, ni siquiera pudo contar su experiencia a su familia, el sueño no lo dejaba. Luis recuerda que días después se enteró que Mario había sobrevivido, pero que las consecuencias lo habían dejado en una silla de ruedas. La curiosidad lo llevó a preguntar que había sido de Picochulo y quienes lo conocían le dijeron que estaba en su casa, regresando del viaje recayó de la cirrosis que padecía y que necesitaba unas medicinas muy caras, pero que de nada servían porque él no dejaba de tomar. 

Luis terminó el bachillerato y su último examen era pasar una noche en alta mar resolviendo toda clase de situaciones previamente manipuladas por los maestros. Recuerda que a pesar de que el barco estaba solo unos metros mar adentro frente a la ciudad, él no dejaba de pensar en lo que le había pasado en aquel viaje de pesca, pues a pesar de que la historia de Picochulo no es 100% real y muchos de los eventos que platica no coinciden con la realidad, nunca va a olvidar la figura del hombre alto con sombrero que él y su tío vieron platicando con Picochulo y el cuerpo de la mujer colgada en aquel árbol y que segundos después ya no estaba. 

Hoy en día es abuelo, está jubilado y el mar ya solo lo ve desde la playa, pero desde aquella última prueba escolar, nunca volvió a abordar una embarcación, dice que "no por miedo, más bien por seguridad".

Cada marinero tiene una historia diferente, cada pescador tiene sus rituales para regresar a salvo a casa, cada uno de los que pasan largas jornadas en el mar, ha escuchado o visto cosas que no son creíbles para los que nunca hemos estado ahí, pero todos coinciden en lo mismo, al mar hay que respetarlo y pedirle permiso para entrar en él.

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